tinta con olor a naranja

¿Imaginas imprimir la fotografía de una Clementina, una Navel o una Valencia Late y que al hacerlo su olor te transporte directamente a uno de nuestros campos de naranjas de Valencia? Desde hace algún tiempo diferentes empresas trabajan en proyectos para darle a las tintas de las impresoras un valor añadido dotándolas de su propio aroma. Algunas ya se han lanzado a su comercialización y a su uso en estrategias de marketing y packaging de producto. ¿Que qué nos parece desde Arare? Todo un campo lleno de posibilidades.

En 2010 Kenichi Okada y un grupo de investigadores de la Universidad de Keio comenzaron la estudiar la manera de modificar las impresoras para que, en lugar de tinta, compartieran olores. Decidieron trabajar con material de la marca Canon porque el sistema de impresión de sus equipos de inyección era el perfecto para llevar a cabo la idea. El principal problema con el que se encontraron es que los olores no se pueden sintetizar igual que los colores, por lo que no podían aplicar las bases del Red/Green/Blue (RGB) en el que ir variando las cantidades de unos productos “base” para conseguir un resultado concreto. En otras palabras: no podemos sintetizar el olor de la naranja o el chocolate a partir de la fresa, y además una impresora podría imprimir un máximo de tres o cuatro olores.

Aún así Okada y su equipo fueron capaces de imprimir olor a limón, vainilla, lavanda, manzana o menta, y abrieron un campo de investigación el que todavía se trabaja en la actualidad tanto en la impresión en papel como en la serigrafía y que ha evolucionado mucho en los últimos cinco años.

¡Qué bien huele esta tinta!

La posibilidad de vincular una imagen concreta con un olor específico supone una gran herramienta de marketing para todo tipo de empresas así que las productoras de tinta apuestan por aromatizar sus productos con perfumes naturales e incluso con fragancias personalizadas para cada cliente.

Si hablamos de “tintas con olor” podemos mencionar, por ejemplo, el packaging de Tinta de Vi, empresa de vinos que hizo una serie limitada de botellas cuyas etiquetas estaban impresas con una tinta creada artesanalmente a partir de propio vino. El resultado de este proyecto de Ladyssenyadora es genial: las etiquetas huelen barrica y a bodega y parece como si se vayan a ir haciendo también añejas con el paso del tiempo. El proceso, según sus creadores, fue costoso, pero el resultado merece la pena. Si lo pensamos bien con este tipo de acciones volvemos a los orígenes más primigenios de la impresión ya que antiguamente para crear muchos pigmentos se utilizaban alimentos.

¿Y qué pasa con las tintas con olor a naranja? Como podéis imaginar siendo el naranja uno de los olores más reconocidos del mundo también es uno de los primeros olores que se imprimirá aunque ya hay algunas variedades de tinta que incorporan este agradable olor, por ejemplo, para plumas estilográficas. En Arare ya estamos impacientes por imprimir nuestros catálogos y flyers con olor a naranjas de Valencia.

¿Puede una impresora imprimir olores de un menú completo?

La respuesta a esta pregunta es que sí, que puede hacerse gracias a una especie de “nariz digital” que responde al nombre de Whiff y que consigue imprimir olores de comida en postales. Esta idea surgió de mano de un joven estudiante de la Universidad de Diseño de Donghua (China) apasionado de los viajes y la gastronomía. Lo que creó es un “extractor” de olores en miniatura que recoge el aroma de los alimentos y los procesa. La impresora simula los olores capturados mediante la mezcla de tintas de distintos aromas almacenados anteriores en el dispositivo y, al imprimir la imagen, éstos se mezclan de tal forma que el papel parece oler a lo que estamos viendo en la fotografía. Este proyecto interesó a la empresa Sony que desde 2013 trabaja junto con diseñadores en Shanghai en la mejora de Whiff aunque, por ahora, no se plantean su comercialización.